Con la primera junta general de propietarios en la que tuve la oportunidad de ejercer mi labor como administrador de fincas mediador en la ciudad de Salamanca, pude comprobar de primera la mano las facultades que verdaderamente tiene esta figura, una figura con una larga historia en nuestro país y, que se presenta como un profesional que debe contar con unos conocimientos amplios y abarcar distintos campos de actuación, como la Mediación.
Los administradores de fincas conocen de primera mano los intereses y la realidad de la comunidad y de los propietarios implicados, mostrando su implicación en los conflictos de la comunidad y logrando afianzar las relaciones con todos los vecinos.
Una figura en la que se deposita una gran confianza para la gestión de los asuntos referentes al conjunto de vecinos y en la que hemos podido apreciar en los últimos años una tremenda evolución gracias a los avances tecnológicos y otro tipo de factores.
Por esta razón, resulta una profesión que necesita ir transformándose continuamente si no quiere verse sobrepasada por la realidad de las comunidades de propietarios y la sociedad en su conjunto.
Es en este punto, donde la Mediación y el Coaching tienen mucho que ofrecer a este perfil profesional. Dos campos, que aportan un plus a nuestra sociedad, con un avance fulgurante en los últimos años y, que poco a poco se van haciendo un hueco en nuestra vida cotidiana.
Pero, ¿Qué puede aportar al administrador de fincas la formación en Mediación y Coaching?
Además de las tareas encomendadas tradicionalmente al administrador ya conocidas por todos, como pueden ser la de experto en contabilidad, la de secretario y custodio de los documentos comunitarios o la asesor jurídico de la comunidad, apreciamos otra serie de encargos que adquieren una gran importancia a día de hoy.
Unas funciones que son inherentes a la figura del administrador de fincas mediador, actuando desde diferentes perspectivas, realizando labores de apaciguador y apagafuegos de la comunidad y, que se centran especialmente en asegurar la convivencia pacífica y las conductas de buena vecindad.
Por otro lado, al administrador de fincas también se le encomienda la tarea de velar por una gestión inicial de los conflictos generados, ya que se le asigna el papel de mediador natural encargado de resolver conflictos de moderada intensidad, unas labores en las que el profesional debe estar siempre disponible para resolver cualquier contratiempo que presenten los vecinos, mostrando en todo momento su serenidad y amabilidad en el trato. Haz click para leer el post sobre mediación vecinal.
Como todos sabemos, las reuniones vecinales son los momentos donde surge una mayor cantidad de conflictos, al debatirse temas delicados para la comunidad como puede ser la morosidad, las quejas entre vecinos, hacia los proveedores o hacia la propia administración, generándose en ocasiones momentos de tensión que el administrador debe saber gestionar y, donde la faceta mediadora del administrador de fincas puede tener especial relevancia.
Los conflictos en las comunidades de vecinos suponen un serio contratiempo para la comunidad y también para el profesional que lleva su administración, problemas que requieren emplear unos recursos adicionales de presupuesto y de tiempo, que deberían destinarse a otros temas de mayor importancia.
Podemos observar que gran número de los conflictos que se originan en este ámbito, se deben a una mala comunicación entre los vecinos, molestias, obras, acoso vecinal etc…y es, en este sentido, donde el administrador de fincas mediador debe fijarse como objetivo primordial hacer fluir la comunicación entre los vecinos implicados.
Momentos donde el administrador de fincas mediador, debe gestionar de manera eficiente los conflictos que surgen, debiendo asesorar adecuadamente a los copropietarios sobre las vías más adecuadas para resolver los problemas planteados.
Otra tarea más importante aún si cabe, sería la de intentar prevenir este tipo de conflictos, una función muy ardua para los administradores, pero contando con la formación adecuada en herramientas referentes a la cultura de paz o el pre-conflicto, se podrían alcanzar resultados muy satisfactorios.
La cultura de paz es un campo que empieza a tomar fuerza en nuestra sociedad y, que desde mi punto de vista, considero como pieza clave en el futuro, ya que el fomento por parte del administrador-mediador de estas enseñanzas, ayudaría en gran medida a la creación de un clima pacífico y respetuoso, en el que resulta más sencillo mostrar los diferentes puntos de vista de todos los vecinos y donde se puede negociar con total libertad.
Pero como todos sabemos, el conflicto siempre va a existir y, una vez planteado, el profesional debe asesorar a los intervinientes en la disputa, qué remedio puede ser el adecuado para solventar la controversia;
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Por un lado, el administrador de fincas mediador podría plantear a los vecinos la opción de acudir a medios alternativos de resolución de conflictos, como un proceso de Mediación, que desde varias legislaciones como la catalana se está intentando incentivar para resolver los conflictos en este ámbito.
Una vía que reporta una serie de ventajas muy reseñables respecto a la vía judicial, como;
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Un mayor ahorro económico,
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Mayor agilidad y confidencialidad en el proceso,
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Mayor cumplimiento de los acuerdos al ser las partes las que deciden el acuerdo íntegramente,
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Mayor flexibilidad procedimental
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Mejora o preservación de las relaciones vecinales, ya que busca la cooperación de las partes y un ganar- ganar, en lugar de la confrontación.
También debemos destacar, que el papel del acuerdo de Mediación que se le otorga con la Ley 5/2012, posibilita a las partes elevar a público el acuerdo alcanzado, adquiriendo de esta forma, un carácter ejecutivo comparable al efecto jurídico que tiene una Sentencia Judicial.
La resolución de conflictos por estas vías va a redundar en un mayor beneficio común, ya que los propios vecinos van auto-gestionar sus propios conflictos, sin derivarlos a un juez para que resuelva problemas que pueden tener solución únicamente sentándose a dialogar y exponiendo sus puntos de vista, ayudando de esta forma, a evitar el surgimiento de nuevos conflictos en la comunidad.
La Mediación es un método de resolución de conflictos muy prometedor, con grandes resultados en países vecinos debido a las grandes ventajas que aporta respecto a la vía judicial, pero resulta un campo donde queda muchísimo por hacer en nuestro país, aunque con el paso del tiempo vamos apreciando Comunidades Autónomas que apuestan fuertemente por la Mediación y donde se le va otorgando una mayor relevancia, como el caso de Cataluña.
Una comunidad donde sí se puede hablar de un avance considerable en Mediación vecinal con la entrada en vigor de la ley 5/2015, del 13 de Mayo, en la que se fomenta de manera clara la Mediación como método para favorecer la resolución de conflictos, y que está vertiendo unos resultados esperanzadores para la utilización de esta herramienta en las comunidades de vecinos.
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Pero como comentábamos antes, el administrador de fincas también va a encontrarse conflictos de mayor magnitud, que en ocasiones se encuentran enquistados, en los que a las partes les resultará imposible sentarse a dialogar, y la mejor alternativa será la de acudir a los juzgados para que resuelva el juez la controversia planteada.
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Dicho esto, nos hacemos las siguientes preguntas;
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¿Cuáles serían las habilidades más características de un mediador profesional?
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¿Qué habilidades sería conveniente aplicar a las funciones del administrador para una gestión más eficiente en su profesión?
Para contestar a la primera pregunta, podemos reseñar como características básicas de un buen mediador:
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La especialización y la experiencia en la resolución de conflictos y el dominio a la hora de generar acuerdos entre las partes.
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Por otro lado, podemos señalar la capacidad de escuchar activamente a las partes.
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La comunicación eficaz utilizando un lenguaje claro y sencillo.
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El mediador deberá analizar, identificar y aislar los conflictos, usando para ello las preguntas necesarias, creando lazos de confianza y afinidad entre las partes, con el fin de negociar y fijar diferentes metas.
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Deberá incentivar a las partes hacia el diálogo, no centrarse en el pasado y tratar de buscar soluciones pactadas.
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Deberá hacer gala de la serenidad y templanza que caracteriza a los mediadores a la hora de efectuar sus manifestaciones sobre la problemática del asunto, que reporte seguridad a los vecinos, procurando la calma y el respeto de toda la comunidad, incentivando el diálogo y la cooperación para conseguir la convivencia pacífica.
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Pero dos características clave que deberá reunir un buen mediador y que podrían ajustarse perfectamente a la del administrador de fincas, sería la de un profesional imparcial, que deberá guardar fiel respeto hacia los puntos de vista expresados por cualquier vecino, sin que pueda actuar en perjuicio o interés de cualquiera de ellas.
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Pero sobre todo, debe ser neutral, debiendo permitir a las partes en conflicto alcanzar por sí mismas el acuerdo necesario en cada caso.
Un conjunto de herramientas que a mi entender, serían de gran interés para el manejo del Administrador de fincas, ya que aportan indudablemente unas ventajas que inciden de forma directa en una mejor convivencia entre los vecinos repercutiendo en el buen funcionamiento de la comunidad de propietarios fomentando un ambiente cordial y distendido en las actuaciones y reuniones vecinales.
Para finalizar, hacemos un breve análisis sobre los beneficios que podría aportar al administrador de fincas mediador, en el caso de que añadieran a su formación herramientas de Coaching.
Unas habilidades innovadoras, que encajarían perfectamente en la naturaleza del administrador de fincas mediador, conformando un elenco de herramientas muy completo, incrementando la eficiencia en la gestión integral de las comunidades de vecinos
El Coaching es campo que ha tenido un gran impacto y ha ido ganando protagonismo en los últimos años, con una serie de principios de motivación, empoderamiento, que hacen del coach, una figura que desde el prisma del administrador de fincas podría entenderse como el encargado de acompañar a los vecinos en sus problemas cotidianos en la comunidad, los escucha, los alienta, los anima, incentivando de esta manera, la reflexión de los vecinos sobre los problemas que les atañen y que se configura como esencial para el mantenimiento de la buena convivencia.
La sociedad actual requiere un administrador que aporte un valor añadido a sus clientes, que sea flexible y sepa adaptarse a la naturaleza de cada comunidad, ya que cada comunidad es completamente distinta.
Un profesional que cuente con capacidades para establecer relaciones, fomente la confianza y la sinceridad entre todos, sea un facilitador de acuerdos, tratando en todo momento que los vecinos sean quienes lleguen a sus propias respuestas, ofreciendo su ayuda y sirviendo a la comunidad como mentor y como guía.
Una figura que resalte con su excelente capacidad de comunicación, puesto que el coach escucha más que habla y su principal objetivo se fija en promover el cambio a partir de las conclusiones de los vecinos, no de un diagnóstico del coach.
En definitiva, los clientes de hoy en día necesitan respuestas rápidas a sus problemas y seguridad en la gestión de sus comunidades, es por ello, por lo que considero que la tecnología, por un lado, y la formación de los profesionales en habilidades como la Mediación o el coaching por otro, resultan muy interesantes para alcanzar los niveles de profesionalidad que los vecinos y las comunidades de propietarios demandan en la actualidad.
Aunque esté en mis inicios en esta profesión de administrador de fincas, estoy convencido de que mi formación en Mediación y las nociones de Coaching con las que cuento, van a facilitar mis labores como administrador de fincas mediador, ayudándome en la gestión de los conflictos que puedan surgir, aportando seguridad a la comunidad, velando en todo momento por la convivencia vecinal pacífica.
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